Saturday, August 12, 2006

Claude: Libro I

LIBRO I

Había sido la persona más fría de la tierra hasta ese día. Jamás creí poder verla así, ver como su mundo se iba destrozando de a pocos, era como presenciar la destrucción de las torres gemelas aquel 11 de septiembre… piso por piso, columna por columna. Todo termino hecho polvo.

Aún recuerdo sus palabras retumbar en mi cabeza… - Maria Fernanda termino conmigo -, y su respiración entrecortada tratando de ahogar las miles de lágrimas que derramaría un mes después al caer en cuenta de lo que realmente había sucedido.
Mire mi reloj, solo era la 01:42am del lunes, pensé en pedirle en ese momento que venga a mi casa a conversar y a dormir si así lo necesitaba, pero mi día había sido un poco extenuante y la idea un poco descabellada, por lo que solo intente tranquilizarla y prometerle que en la tarde hablaríamos con más calma.

Eran las 6pm del mismo día cuando Claude entro a mi casa, la vi esbozar una leve sonrisa un poco tímida y a la vez tan hipócrita, odiaba que a veces tratara de aparentar sensaciones conmigo o que no me cuente las cosas que realmente estaban pasando por su vida. Solo atine a abrazarla.

- Todo va a salir bien Claude, míralo por este lado, ella tenía actitudes un poco extrañas a pesar de su depresión, era una chica medio rara, nunca me agrado del todo. Pero bueno – la tome de un brazo y la mire a los ojos– pasa, sácate el abrigo y ponte cómoda que eres tu quien necesita hablar.

Me senté frente a ella para ver la expresión de sus ojos y de su rostro al pronunciar cada palabra, para ver si es que ella también escondía su cara tras las manos al llorar, quería tener el privilegio de verla sufrir como cualquier otro ser humano y poder contradecir a nuestros amigos cuando cada tarde me decían “Claude podrá ser muy inteligente, pero no tiene sentimientos, es muy fría, jamás la veras sufrir, así que no la admires tanto”… Sin darnos cuenta, quizá era eso lo que más nos llamaba la atención de ella, su carácter fuerte, siempre demostrando ser una mujer que jamás se dejaría vencer ni doblegar por nada ni nadie. Al final, creo que solo era yo quien admiraba esa dureza en ella.

- Disculpa que te haya despertado tan temprano, la verdad no se que es lo que me sucedió en ese instante, creo que solo fue una leve sensación de perder algo en la vida, y tu sabes que a mi no me gusta perder.

Reímos solo 10 segundos, y al siguiente instante ella bajo la mirada mientras con su mano derecha jugaba con el anillo de plata puesto en su dedo anular izquierdo. Supe en ese momento que debía sentarme a su lado, la abrace muy fuerte, como a nadie he abrazado en este mundo, mientras sus lágrimas mojaban mi cuello y ella también me abrazaba pero sin expulsar alguna expresión de dolor o algún grito desolador que yo esperaba escuchar. Lloro media hora sin decir una palabra, y mientras acariciaba su pelo pensé que solo iba a lograr que se duerma en mi hombro (lo cual no me incomodaba) sin haber escuchado el motivo real por el que ese día Claude y yo nos sentamos en el sillón beig de mi sala.

- Perdóname - , susurró, mientras secaba o hacía el intento de secar mi cuello. Recuerdo haber tomado su rostro entre mis manos… “Claude todo va a salir muy bien, te lo prometo, y si tienes que llorar, llora, si quieres gritar, hazlo, es algo normal, un suceso que a todos los que vivimos en este mundo nos toca pasar. Pero tienes que desahogarte, y para estamos acá hoy”. Logre levantar su mirada acariciando su mentón… “Por qué terminaron? Qué es lo que sucedió para que ella decida acabar con su relación?”.

- La verdad, no tengo la más mínima idea –mientras sobaba sus ojos para limpiar sus lágrimas- lo único que recuerdo es que por alguna discusión estúpida que tuvimos el sábado en la noche, me mando a la mierda el domingo por la mañana... –y mientras apretaba sus manos empezó a reír-.

Su comentario no me causo gracia, pensé que solo se reía por protegerse, para no soltar más lágrimas, se puso de pie y empezó a caminar por la sala, fue directo al mostrador donde tenía unos pequeños juegos lógicos de madera, que a ella siempre le había encantado desarmar.

- No te vas de mi casa si es que no llegas a armarlos otra vez.

Sabía que los armaría de nuevo y los dejaría como estaban al inicio, pero al menos con esa frase logre robarle una sonrisa sincera.
Me quedé observándola durante 5 minutos, parecía una niña de 4 años entretenida con su primer juguete, tan tranquila, tan concentrada, tan…… “Que opinas si salimos a cen… - no pude terminar mi frase cuando ella volvió a llorar, pero esta vez, algo dentro de mi me dijo que sería para siempre.” Me pare inmediatamente del sillón y me senté sobre mis rodillas frente a la mesita de centro, donde Claude estaba armando las piezas lógicas.

- Habíamos quedado para salir el sábado en la noche a la disco, Sofía, su amiga, se titulaba como ingeniera, y a pesar de que sabía que entre ellas habían tenido su revolcón, estaba dispuesta a acompañarla”.

Le quite los juegos de las manos mientras se las acariciaba.

- Hay Cla, tu siempre con tus ocurrencias -mientas la veía sonreir por su expresión tan vulgar-, y bueno no me digas que en la disco ellas volvieron a tener algún tipo de contacto?.

- La verdad no, ni si quiera llegamos a ir, yo…yo… solo me quede dormida.

Se me partía el alma al verla llorar como una niña desconsolada, lloraba y lloraba, y no dejaba de llorar, tuve la sensación de que en cualquier momento se ahogaría con sus propias lágrimas.

- Toma, límpiate…

- Gracias…Dios, que vergüenza,… y tu por qué lloras?

Limpio mis lágrimas acariciando mis mejillas, olvidándose de su llanto por un instante, y prosiguió con su historia.

- Nos mensajeamos en la tarde, como siempre, hasta que llegue a casa, y decidimos… o bueno, ella decidió que me escribiría en la noche, cuando tenga todo planeado y después de descansar. Apagué la luz de mi cuarto y me recosté sobre mi cama, sin destenderla...

Y arranco el llanto otra vez. Ahora era ella quien sacaba los tisúes para limpiar sus lágrimas y su nariz, retiró el anillo de su dedo y lo colocó sobre la mesita de centro, restregó sus ojos fuertemente con sus manos, recogió sus rodillas y las envolvió con sus brazos, apoyando su cabeza sobre ellos. Creo que lanzó una mirada vergonzosa sobre mi, cuando empezó otra vez.

- No fue mi intención, en serio, te lo juro –sentí que ahora hablaba con Maria Fernanda y no conmigo- no quise quedarme dormida. Acaso no tengo derecho yo también de sentirme cansada?, de quedarme dormida?. Por qué no me llamo al celular? O a mi casa? En casa no hay problema si ella llama, o si solo hubiera timbrado al cel para devolverle la llamada… por qué Maria Fernanda, por qué no me llamaste?.

Pobre Claude, estaba totalmente destrozada, pero no hay mal que dure para siempre ni cuerpo que lo resista.
Hablamos media hora más del tema, y derivamos en temas superfluos, pero al menos ella ya estaba más calmada, reímos, bromeamos, y acepto quedarse en mi casa, en mi cama, a pasar la noche.

– No quisiera que nadie más me vea así, me da vergüenza, y encima mis ojos están hinchados.

Vimos un par de películas, de esas que tanto le gustan –Ya sabes que si no son de terror o sangrientas me voy a mi casa-,... por suerte tenía un par en mi depa, vagamente recuerdo que terminamos de ver el despertar del miedo, y en la segunda película ya estábamos dormidas.

Es el último recuerdo que tengo de ella, la última conversación que tuvimos frente a frente, la únicas y últimas lágrimas que vi fluir de sus tiernos ojos aquel noviembre del 2004.

- Tengo que salir de viaje el fin de semana. Me mandan de mi trabajo por un proyecto, pero no te preocupes, vendré de vez en cuando a verte, para salir a tomar un café, sí, en el café Z, que tanto nos gusta, ni nos vamos a extrañar, pero si vemos que no resulta, al 4to mes te llevo conmigo... amor.

Cuanto hubiera querido poder decirle aquellas palabras la mañana siguiente en que la lleve a su casa, pero como hacerlo si no estaba conmigo, como hacerlo si tanto me costo verla llorar.

- Hey, espera, se me olvido decirte… el fin de semana saldré de viaje, me mandan del trabajo.

La expresión de sus ojos cambio otra vez, creo que no debí decírselo de esa manera, lo tomo como un baldazo de agua fría.

- Que bien, te felicito.

- Pero…

- Oye, no te preocupes –me guiño un ojo, haciendo lo que mejor sabía hacer- voy a estar bien, soy fuerte no? Y por cuanto tiempo te vas? A donde te mandan?

- Me voy a Alemania, y…

- Caramba Tami, que suerte tienes, justo el país que tanto te gusta. Yo sabía que algún día te irías.

- …Es por 2 años.

Sentí un pequeño odio en su mirada y una muestra de cariño inmensa en su fuerte abrazo, que llegue a pensar que ella también sentía algo especial por mi.

- Te voy a extrañar –ahora era ella quien tomaba mi rostro entre sus manos- pero voy a estar bien, créeme Tami, créeme... voy a estar bien.

Me dolió que nuestra despedida haya sido tan efímera y a la vez tan sentimental, pero nunca olvidare aquel beso que me dio frente a la puerta de su casa antes de subir al auto para marcharme.

- No te olvides que podremos comunicarnos por mail, diariamente… esa es la magia de la tecnología.

“La magia de la tecnología”, era su frase predilecta, casi un tic diría yo. Pero era verdad, existía el mail y el Internet, así que podríamos seguir comunicándonos como si estuviera en lima.

- Escríbeme!.

Y esa fue la última frase que logre escuchar mientras me alejaba de su casa aquel día.